domingo, 28 de febrero de 2010

El Niño Herido

Que nube de abejas

se ha vuelto la sangre.

Unos cuervos sobrevuelan la ciudad
y toman la tristeza entre sus garras.
Vuelven al nido, a depositar una montaña
al nido vuelven, atraídos como un eco.

Allí espera la mujer, agazapada
mientras baja el hombre las persianas,
¿Pero quién mueve los hilos detrás?
¿Quién tiñe de miedo las hojas del cuaderno?

Empantanado en el rencor,
late el llanto silencioso
del niño herido.

Cinceles, sogas y guantes,
salgan con el amanecer y tómenlo todo.
Llénense las valijas, absórbanlo para mí,
envuélvanse de sombras y acumulen polvo,

Que sobra humo en este pantano
y razones que me atan a él.

Dejen que los cuervos retumben.
y si llegaran al infinito, 
si se cruzaran con Él
cierren los ojos, póngale un nombre.

Pero vuelvan, por favor,
Que aquí los espero con la puerta cerrada,
dentro de sus estómagos, en ebullición.
Allí, latiendo, temblando, 

Allí estoy yo.

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