domingo, 28 de febrero de 2010

Triceratops

Había una vez un monstruo, un espejo y un vicepresidente.

El monstruo tenía 3 cabezas, 3 manos, 3 pies y 3 cuerpos.
Se llamaba Triceratops.
El espejo tenía el poder de que si estaba en manos de alguien bueno, volvía bueno al que lo miraba y si estaba en manos de alguien malo, lo hacía desaparecer.
El vicepresidente se llamaba Sofío Escarfío, pero todo el mundo le decía Sofio Escarfio.
Sofío tenía 27 años y era un hombre normal.
Hasta que un día el espejo, que siempre había estado al poder del bien fue robado por, nada más ni nada menos que Triceratops.
La gente corría como loca por la calle.
Sofío salió a ver que pasaba y le preguntó a una señora que pasaba ¿Qué pasa, qué pasa?
El espejo fue robado, dijo la señora justo antes de desaparecer porque Triceratops estaba ahí.
Sofío salió corriendo sin mirar el espejo.
Luego de dos horas de correr llegó a un supermercado donde se compró una espada, un casco y unos anteojos de sol.
Volvió con el monstruo y le dijo “ahora tengo anteojos de sol”
Y miró el espejo y no le pasó nada.
Sofío agarró la espada con fuerza y se la regaló a Triceratops, a cambio del espejo.
Él monstruo dijo que si y le dio el espejo.
Sofío lo usó para volver bueno al monstruo y usó luego el casco para romper el espejo.
Así todos volvieron a aparecer y Sofío Escarfío lo ascendieron a presidente.

Fin, C.T.A. (Cuento Tradicional Argentino)

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