Entre los huesos,
estancada y encendida.
Pisa los timbres,
despierta.
Y bajo su luz violeta
Yo soy esto que se vacía.
Densidad e impaciencia
en las rodillas.
La peste está allí,
rentada.
Fuma y da su diagnóstico.
Es una finísima capa de magma
bajo la piel.
Y yo soy esto que acá,
empaqueta polvo y lo traga
con los ojos cerrados,
para sentir en gárgaras la explosión.
La verdad es dejar que todo hable.
Abrir puertas,
ventilar a los enanos miserables
del establo,
quienes se la pasan rastrillando.
Observar lo denso,
una violencia tan pura
que no puede pertenecer a mis huesos.
Ni ser abandonada allí.
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