domingo, 28 de febrero de 2010

Más

Me persiguen rejillas

de espacio vacío.

El silencio entre letras
la pausa luego de la exhalación.

Lo permanente me reclama
dejar de reaccionar
y quedarse quieto. 

Para descubrir al enano encorvado
que se asfixia en una sala de cómputos,
sofocado y quebradizo él
bajo órdenes directas del vacío,

Mi vida entera
depende de
sus dedos.

Sabe el orden de los días
y da forma,
escribiendo mi guión

Me manda ser
poeta, arbusto, princesa, 
ballena o deshollinador

Una anciana sorda tejiendo en su hamaca
o la estatua desnuda de un griego.

Pero

¿Qué revelan de mí estas formas?

En un instante mis párpados caen al suelo,
las orejas explotan,
del pelo solo queda ceniza
y órganos invisibles.
Mi personalidad se desintegra.

No hay espacio de tanto silencio
y nada se necesita mover.

Allí me veo,
soy una vieja canción

Imborrable.

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